lunes, 28 de junio de 2010


Un atardecer con las flores del otoño que se arrastran casi por inercia de la inestabilidad emocional que cada uno de nosotros puede sentir, a cada momento, incluso minuto, a mi me gusta ver como oscurece porque todo el recuerdo y la niebla que cristaliza los recuerdos se va esfumando lentamente es un comenzar obstuso que la vida interpone en el camino.

Un despertar, forjador de cáracter, instinto, manías, una vasija repleta de agua que corre por la vía de una vida y un tren que no se ha ido aún, y al que le espera un largo camino que recorrer, ya casi sin retorno, pero esta vez para ver todo lo que pueda acaecer en aquel vagon de mi viejo tren.