jueves, 16 de diciembre de 2010


Todos nosotros podemos ser capaces de admitir sin reparo que hay una diferencia bastante notable entre aquellas percepciones de nuestra mente como por ejemplo cuando sentimos algún tipo de placer por un calor que está moderado y cuando luego evoca en la mente esta sensación o la anticipamos en nuestra imaginación. Aquellas facultades anteriores tal vez puedan copiar e imitar las impresiones de nuestros sentidos sin embargo jamás podrán alcanzar la fuerza e incluso la vivacidad de la experiencia inicial. A no ser que nuestra mente se encuentre trastornada por una enfermedad o alguna locura, jamás pueden llegar a un grado de vivacidad tal como para hacer estas percepciones absolutamente inconfundibles de las sensaciones. & es que por más que encuentre que todos los colores son hermosos, no pueden pintar objetos naturales de forma que la descripción se confunda con un paisaje real. Incluso el pensamiento más intenso es inferior a la sensación más débil.
Cuando un hombre esta furioso es movido de manera muy distinta a aquel que solo piensa esta emoción. Si se me dice que alguien está enamorado, puedo fácilmente comprender lo que se me da a entender y hacerme adecuadamente cargo de su situación, pero nunca puedo confundir este conocimiento con los desordenes y agitaciones mismos de la pasión.
Cuando el ser humano es capaz de reflexionar acerca de sus sentimientos, digo, nuestros sentimientos, e impresiones pasadas, nuestro pensamiento es un espejo fiel y reproduce sus objeto verazmente, pero los colores que emplea son tenues, y apagados en comparación con aquellos bajo los que nuestra percepción original se presentaba. No se requiere ninguna capacidad de aguda distinción ni cabeza de metafísico para distinguirlos.

Es por eso te pregunto...Cariño, no has oído que la ausencia hace que el corazón se encariñe más?Es el momento porque estoy buscando tierra nueva & doblando cada apuesta que antes había hecho...No tiene sentido...Take it, any time.