martes, 25 de octubre de 2011

Plabra

Las palabras que llevan al obrar preparan el alma, la ponen presta y la mueven a la ternura.
El alma puede habitar las palabras dichas y escritas por lo mismo hay que cuidarlas, respetarlas y escogerlas con delicadez, y sobretodo vincularlas a la acción que de ellas pueda desprenderse. Lo peor que le puede suceder a una palabra es existir como tal, lucir un cuerpo y estar vacía, ser solo cáscara, caparazón, no resistir la trizadura natural de la vida o dejar en evidencia al primer combate lo falsa que es.